Unidad ficticia
Para tener una moneda común es necesario un presupuesto y también un tesoro que la soporte y avale, y esto debe estar basado en una unión política, con un gobierno único, fuertemente respaldado por la ciudadanía, que le dé credibilidad y estabilidad.
En Europa, desde el egoísmo nacional, hemos realizado el proceso justo al revés de lo que el sentido común recomienda: primero se implantó la moneda, luego una débil unión fiscal que apenas empieza a imponerse y finalmente un proyecto lejano, indefinido en la forma y en el tiempo, de gobierno europeo.
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