Las instituciones públicas deben ser un modelo de transparencia
Sin duda, es oportuno adecuar la legislación para hacer frente a la creciente alarma social provocada por los numerosos casos de corrupción que, un día sí y otro también, provocan el sobresalto de los ciudadanos.
Pero hay aspectos que no pueden estar sometidos al corsé de la ley y deben formar parte de la cultura democrática: el espíritu crítico, la voluntad de rendir cuentas y la transparencia en la gestión del dinero público.
A estas alturas nadie cuestiona que para recuperar la confianza de los ciudadanos es necesario disponer de un marco legal que obligue a la transparencia de todas las instituciones y de quienes, de una u otra manera, participan en la vida pública.
Ahora que estamos en plena crisis nos faltan ideas para decidir qué camino hay que tomar para salir de ella, pero nos empiezan a sobrar argumentos para explicar cómo hemos llegado hasta aquí.
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