El préstamo real

Hace unos días los medios de comunicación españoles se hacían eco de una noticia que tenía todos los visos de ser un nuevo escándalo que amenazaba al entorno de la Casa Real y que venía a sumarse al largo rosario de noticias de ese tipo que últimamente han puesto en entredicho el prestigio del que hasta fechas recientes disfrutaba la Corona.

Según las informaciones publicadas, S.M. el Rey había “prestado” a su hija la infanta Cristina un millón doscientos mil euros (cerca de 200 millones de pesetas) para sufragar las obras de reforma y acondicionamiento del lujoso palacete que los duques de Palma poseen en el lujoso y selecto barrio barcelonés de Pedralbes.

El pasado mes de julio, el prestigioso e influyente diario norteamericano The New York Times publicó un amplio reportaje dedicado a las finanzas del rey Juan Carlos I. Según dicho diario, la fortuna del monarca español se estima que asciende actualmente a unos 2.300 millones de dólares, lo que al cambio actual serían unos 1.800 millones de euros. Una cifra bastante abultada, sobre todo si se tiene en cuenta que la asignación anual que los Presupuestos Generales del Estado destinan a la Casa del Rey es “sólo” de algo más de ocho millones de euros.

De los datos anteriores se desprende que, pese a la crisis y la carestía de la vida, la Familia Real es una unidad familiar muy ahorradora y que sabe administrar muy bien sus recursos para llegar a fin de mes sin muchos problemas, lo cual le permite disponer de unos ahorrillos que han sabido invertir y gestionar muy bien, dado el buen rendimiento que han obtenido de los mismos.

Con esos antecedentes, la noticia del préstamo, donación, o como se quiera llamar, del rey a su hija Cristina carece de interés. Porque ¿quién en esa situación no echaría una mano a su hija para que pudiera disponer de una vivienda digna para ella y su prolija y extensa prole?

A fin de cuentas lo que el rey le prestó a la infanta fue solamente un 0,06% de sus ahorros. Una minucia, realmente.

¡Y que la Agencia Tributaria y los jueces pierdan el tiempo investigando estas cosas!